Queridos ciudadanos,
Somos esclavos de un sistema inválido de valores, sometidos a los
intereses de una clase política retrógrada y chaquetera dependiente de
los mercados y sumisos de una globalización impuesta que realza la
jerarquización de clases. Mientras que unos estrenan trajes nuevos, se
inflan a cocaína o especulan a base de golpe y porrazo, otros no saben
que dar a sus hijos de comer o no saben en que banco pasarán la noche para engañar a esta insufrible ola de frío siberiana.
Cuanto más callamos más nos imponen. Despistan sus artimañas con
mensajes subliminales que nos incitan a creer que vivimos en un mundo
paralelo, idealizado. Desbordan banalidades que se infiltran cada día en
nuestro salón de casa y obstaculizan nuestro derecho y deber como
ciudadano activo idealizando una crisis paralela en la que nos creemos
impunes hasta que nos toca. La imponente y demandada calidad de vida de
unos países en detrimento de otros, y como consecuencia el conformismo,
está gestando el desarme de una población dotada por su condición
biológica y sembrando la inactividad intelectual del potencial humano.
El problema, he de resaltar, no está en que cambien el nombre y materia
de una asignatura por ser socialista e ir en contra de la tradicional
doctrina peperiana, ni en que callen y sentencien a un juez por sacar a
la luz crímenes de guerra, ni en que modifiquen la ley del aborto o
aprueben el copago, ni en mezquindad de escuchar a un político - bien
pagado- decir que los trabajos han de ser precarios para los jóvenes con
el fin de que no sea monótono...
Esto solo es el preámbulo de
un problema a largo plazo que lleva en ebullición varios años y que
radica en que si hoy permitimos que modifiquen y adapten las leyes a su
antojo, talla y medida -como Camps a sus trajes-, mañana seremos seres
ineptos, hijos de un sistema mediático, gallinas de un corralillo armado
de ruido donde nuestros derechos como individuos, como seres que
interactúan en una sociedad global habrán quedado subvencionados o
vendidos al mejor postor y la libertad de expresión -por el que tanto se
luchó y tanta sangre se derramó- habrá sido tan pisoteado como lo está
siendo actualmente la palabra en el campo de batalla.
http://www.youtube.com/ watch?v=VaqOZnI3IDk
Queridos ciudadanos,
Somos esclavos de un sistema inválido de valores, sometidos a los intereses de una clase política retrógrada y chaquetera dependiente de los mercados y sumisos de una globalización impuesta que realza la jerarquización de clases. Mientras que unos estrenan trajes nuevos, se inflan a cocaína o especulan a base de golpe y porrazo, otros no saben que dar a sus hijos de comer o no saben en que banco pasarán la noche para engañar a esta insufrible ola de frío siberiana.
Cuanto más callamos más nos imponen. Despistan sus artimañas con mensajes subliminales que nos incitan a creer que vivimos en un mundo paralelo, idealizado. Desbordan banalidades que se infiltran cada día en nuestro salón de casa y obstaculizan nuestro derecho y deber como ciudadano activo idealizando una crisis paralela en la que nos creemos impunes hasta que nos toca. La imponente y demandada calidad de vida de unos países en detrimento de otros, y como consecuencia el conformismo, está gestando el desarme de una población dotada por su condición biológica y sembrando la inactividad intelectual del potencial humano.
El problema, he de resaltar, no está en que cambien el nombre y materia de una asignatura por ser socialista e ir en contra de la tradicional doctrina peperiana, ni en que callen y sentencien a un juez por sacar a la luz crímenes de guerra, ni en que modifiquen la ley del aborto o aprueben el copago, ni en mezquindad de escuchar a un político - bien pagado- decir que los trabajos han de ser precarios para los jóvenes con el fin de que no sea monótono...
Esto solo es el preámbulo de un problema a largo plazo que lleva en ebullición varios años y que radica en que si hoy permitimos que modifiquen y adapten las leyes a su antojo, talla y medida -como Camps a sus trajes-, mañana seremos seres ineptos, hijos de un sistema mediático, gallinas de un corralillo armado de ruido donde nuestros derechos como individuos, como seres que interactúan en una sociedad global habrán quedado subvencionados o vendidos al mejor postor y la libertad de expresión -por el que tanto se luchó y tanta sangre se derramó- habrá sido tan pisoteado como lo está siendo actualmente la palabra en el campo de batalla.
Somos esclavos de un sistema inválido de valores, sometidos a los intereses de una clase política retrógrada y chaquetera dependiente de los mercados y sumisos de una globalización impuesta que realza la jerarquización de clases. Mientras que unos estrenan trajes nuevos, se inflan a cocaína o especulan a base de golpe y porrazo, otros no saben que dar a sus hijos de comer o no saben en que banco pasarán la noche para engañar a esta insufrible ola de frío siberiana.
Cuanto más callamos más nos imponen. Despistan sus artimañas con mensajes subliminales que nos incitan a creer que vivimos en un mundo paralelo, idealizado. Desbordan banalidades que se infiltran cada día en nuestro salón de casa y obstaculizan nuestro derecho y deber como ciudadano activo idealizando una crisis paralela en la que nos creemos impunes hasta que nos toca. La imponente y demandada calidad de vida de unos países en detrimento de otros, y como consecuencia el conformismo, está gestando el desarme de una población dotada por su condición biológica y sembrando la inactividad intelectual del potencial humano.
El problema, he de resaltar, no está en que cambien el nombre y materia de una asignatura por ser socialista e ir en contra de la tradicional doctrina peperiana, ni en que callen y sentencien a un juez por sacar a la luz crímenes de guerra, ni en que modifiquen la ley del aborto o aprueben el copago, ni en mezquindad de escuchar a un político - bien pagado- decir que los trabajos han de ser precarios para los jóvenes con el fin de que no sea monótono...
Esto solo es el preámbulo de un problema a largo plazo que lleva en ebullición varios años y que radica en que si hoy permitimos que modifiquen y adapten las leyes a su antojo, talla y medida -como Camps a sus trajes-, mañana seremos seres ineptos, hijos de un sistema mediático, gallinas de un corralillo armado de ruido donde nuestros derechos como individuos, como seres que interactúan en una sociedad global habrán quedado subvencionados o vendidos al mejor postor y la libertad de expresión -por el que tanto se luchó y tanta sangre se derramó- habrá sido tan pisoteado como lo está siendo actualmente la palabra en el campo de batalla.
http://www.youtube.com/