domingo, 27 de noviembre de 2011

Entre 'Valquirias' y aplausos



El Maestranza ha clausurado este domingo 'La Valquiria', la segunda de las cuatro óperas que componen el ciclo de El anillo de Nibelungo, de Richard Wagner.

Con textos inspirados en la mitología nórdica y en el poema épico germánico, 'La Valquiria' iluminó anoche, tras su cuarta representación, el escenario del gran Teatro sevillano. Esta ópera, estrenada por primera vez en Munich en julio de 1870, acercó las miradas de los más wagnerianos y curiosos de lo sublime que perduraron durante las cinco horas de representación y que además, salieron "satisfechos".

Bajo la dirección de escena de Carlus Padrissa, de la Fura dels Baus, que actualiza y renueva el legado de Wagner insertándolo en el nuevo lenguaje teatral y tecnológico, más propio de nuestro siglo, consigue darle a la obra romántica los matices futuristas y alegóricos de lo que podría ser una realidad mecanicista condicionada por patrones procedentes de la divinidad.

Además, Pedro Halffer, director de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, consiguió acercar la obra al espectador y realzar con su equipo la belleza de las escenas. Como siempre – y es casi ilícito no encontrarlo junto a una buena pieza- acompañó a 'La Valquiria' enriqueciendo su majestuosidad.

Dividida en tres actos, la obra narra la historia del Dios de la Guerra, Wotan, y sus nueve hijas, diosas menores destinadas a rescatar a los guerreros caídos en la batalla. En el primer acto Siegmund y Sieglinde, pareja de gemelos que Wotan ha engendrado con una mortal, descubren que son hermanos, se enamoran, y huyen de la casa de Hundig quien ha desafiado a Siegmund a una batalla. Wotan, que manda a una de sus hijas para ayudarlo en la lucha, decide dejar a Siegmund a su suerte, influido por Fricka, y le rompe la espada que él mismo le construyó. Cegado de ira, Hunding, sale en su búsqueda y lo derrota. Sieglinde huye con Brünnhilde, la hija preferida de Wotan, y éste, mata con un gesto a Hundig y parte a buscar a su desobediente heredera.

En el último acto, y quizás el más sorprendente y espectacular, Brünnhile se reúne con sus hermanas a quien les pide ayuda, pero éstas, al sentir la furia de su padre, fingen no oírla. Brünnhile da entonces su caballo a Sieglinde para que huya al bosque prohibido y ella acatar el castigo de su padre quien la priva de la eternidad y la condena a caer en las manos de un mortal. En el desconsuelo, Brünnhile le pide a su padre que si ha de ser desposada por un hombre, que al menos, sea digno de poseerla. Wotan llama a Loge, el dios del fuego, quien rodea la roca donde duerme, de una espesa cortina de fuego. Envuelta en llamas, esperará la llegada de un héroe que consiga despertarla de su profundo sueño.

A la salida, no faltaron elogios para los miembros del reparto, quienes no sólo actuaron sino que envolvieron el teatro con sus melódicas voces y consiguieron cautivar la sala. El equipo de Pedro Halffter, también se situó entre los más aplaudidos, los cuales hicieron un trabajo "admirable".

Tras cuatro días de representación en la ciudad sevillana, el Maestranza puede apuntarse otro tanto a su enorme y distinguida lista de actos emblemáticos. Las piezas más ilustres y cautivadoras de nuestros tiempos nunca dejarán de sorprender ni de acumular largas colas frente a las taquillas del gran Teatro.

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